Puede sorprender solo a aquellos que no conozcan a los ultras, quien no conozca su mentalidad, quien nunca haya estado entre ellos. La lógica de la hinchada organizada siguen caminos particulares y uno de los puntos de honor es la solidaridad frente a la toma de posición del “resto del mundo”, es decir, aquellos que viven la curva como algo fastidioso y prescindible. Tras el cierre de San Siro por los cánticos de los hinchas milanistas en el Juventus Stadium y las inmediatas protestas de las curvas rossoneras y nerazzurras (frente a ciertas situaciones la rivalidad no existe), ayer saltaron al campo los ultras bianconeros con un duro comunicado que es también una declaración de intenciones en cuanto vuelva el campeonato.
“El Grupo Tradición (Antíguos Valores) Fighters Curva Sud Scirea, oponiéndose a las acciones ejecutadas por la Procura federal frente a los ‘coros expresivos de discriminación territorial’ infligidos al club Milan y a su hinchada, mantenemos que es solo otro inútil e institucional mecanismo para discriminar a nuestro pueblo ultra condenando la libre expresión de pensamiento, invitando a toda la hinchada juventina para el partido fuera de casa en Florencia del 20 de octubre, para que cantemos todos juntos coros de discriminación territorial y que todas las hinchadas se unan a nuestra protesta mostrando pancartas y cantando coros en todos los estadios los días 18, 19 y 20 de octubre de 2013. No pongamos obstáculos de aquellos que son los primeros racistas y discriminadores. Todos unidos lo podemos conseguir!”.
Quien piense que esto es una broma, todo lo contrario: los ultras van en serio. Este comunicado, más que nada, genera tres consideraciones. Lo primero es que las tres hinchadas más grandes de Italia van unidas de la mano: juventinos, milanistas e interistas hacia un frente común. La segunda es que esta forma de protesta se verá en Florencia, uno de los estadios más blindados cuando va la Juve. Una gran tensión añadida, ya que los ultras de la Fiorentina podrían responder frente a sus históricos rivales. La tercera consideración es consecuente: bianconeros, nerazzurros y rossoneros han declarado abiertamente estar en contra de la “discriminación territorial”.
Los hinchas del Nápoles lo manifestaron en la misma dirección (exponiendo pancartas contra los napolitanos e invitando a que la justicia les cerrara su propia curva: la mejor respuesta a quien ve el racismo donde no existe. Los de Génova se han unido. De Brescia llegó en poco tiempo otra adhesión y mañana todo un entero movimiento ultra italiano podría ser involucrado: el jueves por la noche es el día tradicional cuando se reunen las hinchadas, largas reuniones nocturnas donde se estudian y preparan las coreografías para los partidos del domingo. En esta ocasión obviamente, se hablará de este delicado argumento y es probable una movilización general que nunca ha tenido precedentes.
Esta historia no ha acabado todavía, por tanto es pronto para sacar conclusiones o buscar una moral. Pero detrás de la fuerte protesta de la hinchada, hay una señal positiva. El rechazo categórico de la acusación de racismo, incluso a costa de protestar de manera excesiva como para cerrarles su propio estadio, es un gran paso adelante en la batalla de civismo que todo el fútbol debe combatir y ganar. Los ultras detestan las generalizaciones y las interpretaciones de sus acciones. Está claro que ir a la curva no es como ir a la iglesia, se escuchan o se leen frases maliciosas y a veces de mal gusto. Pero el racismo es otra cosa, en las curvas hay blancos, negros e italianos de cualquier parte. Lo estúpido de los viejos cánticos de hace 30 años debe ser criticada y quizás combatida, pero no intercambiada con algo que no existe.
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