El primer encuentro de la “Era Seedorf” dejó muy buenas sensaciones en el seno de un Milan en horas bajísimas, tras la derrota el fin de semana pasado en Reggio Emilia ante el Sassuolo. El equipo dio muestras, la noche del domingo, de una recuperación psicológica clave para conseguir acabar la temporada de forma decente y encarar la próxima con las ganas y la motivación necesaria para un equipo poco acostumbrado a los fracasos.
La entrada no fue buena, unos 35.000 espectadores, pero San Siro vibró, esta vez sí, con un conjunto muy distinto al que llevan viendo desde septiembre. El estilo directo del equipo, con cuatro hombres ofensivos (Honda, Kaká, Robinho y Balotelli), acompañados por Montolivo, un constructor al lado de De Jong, confirmó la intención inicial de Seedorf de plantear los partidos de una manera claramente ofensiva, dejando en el olvido el sufrimiento defensivo para pasar a dominar el balón y crear superioridad en ataque.
Pese a eso, el equipo actuó a rachas. En ciertos momentos tuvo posesión inofensiva, sumada a la relajación y la falta de profundidad, cosa que dio opciones al Verona de tranquilizarse y no estar durante todo el encuentro corriendo tras la pelota, incluso dejándole acercarse al área.
Durante el primer tiempo, Honda, Kaká y Robinho generaban juego, pero no se acababan de solucionar la falta de gol y las rachas de intensidad. Así, el primer tiempo terminó de la misma forma que empezó. En el segundo tiempo el equipo fue más directo, pero también arriesgó más. Separó mucho las líneas y le dejó al Hellas llegar con peligro al contraataque, siendo más rápido que el Milan y cogiéndole la espalda en alguna llegada por velocidad.
A medida que fueron pasando los minutos, el equipo de Seedorf fue perdiendo intensidad y fuerzas, cosa que comportó también una falta de ritmo importante en las acciones ofensivas. Esto, sumado a las pocas ganas de trabajar de Balotelli, se concretó en nervios. La ocasión más clara la tuvo Robinho, a los 67 minutos, cuando su disparo desde la frontal pegó en el poste derecho de la portería de Rafael, tras rebotar antes en Maietta. Los nervios en los jugadores se trasladaron al público, que incluso despidió a Robinho con pitos. El partido fue ganando en imprecisiones y la espesura en los ataques se apoderó de los locales, recordando en la parte final del encuentro al conjunto visto en los meses anteriores. Hasta que a los 80 minutos, González cometió un penalti tan claro como absurdo sobre Kaká, que transformó Balotelli.
Primer partido de Seedorf, primera victoria y una imagen que empieza a cambiar. Faltan por pulir muchos aspectos, pero la nueva era ha empezado. Victoria muy merecida y primeros tres puntos.
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