No es fácil ver el lado positivo, pero Ricardo Izecson dos Santos Leite ha pasado tanto antes de volver al Milan para intentar renacer y ha jurado que no estaría parado por una lesión muscular. Por eso no se dejó llevar por la depresión: pidió no ser pagado, tanto para dejar claro que piensa de sí mismo y del futuro, hastá que no quedé curado. Porque Ricardo fue Kakà, y está claro que no se ha convertido en un “bidone”. Lo ponen en las listas de peores fichajes, pero no les hace caso. Llegan partidos que se unen a fábulas y los músculos se calientan. Kakà está listo para volver ante el Udinese, tras el problema muscular que lo dejó fuera desde mediados de septiembre.
Ricardo no viaja hasta Caen, donde el Milan juega su amistoso hoy, como algunos podían imaginar, pero el programa de recuperación está acabado: Ricky está por dar el salto definitivo y volver a trabajar de nuevo con el equipo. El staff médico del Milan lo ha tratado con prudencia y también el de los demás, viendo que el diluvio de lesionados empezó a peligrar los mecanismos en cadena. Nadie quiere arriesgarlo en ponerle en el campo demasiado pronto, menos aun Allegri, ya acusado por ponerle demasiado rápido ante el Torino. Pero el técnico toscano se fiaba y se fia del Ricardo, de su madurez, de su capacidad técnica, y no ve la hora de tenerle de nuevo, al menos en el banquillo.
Ricardo representa módulos de comportamiento quizás pasados de moda, pero muy apreciados por el entrenador milanista. Comportamientos que representan un plus, porque el motivo fundamental por el que Allegri espera a Kakà es el salto de calidad decididamente superior a la media. Algo dejado de lado quizás por los eventos, dejado de lado por los años, frustrado por los asuntos madridistas, Kakà sigue siendo el líder que le sigue faltando a Allegri. El técnico espera con convertirle en un auténtico gran centrocampista, volviendo a las raíces de la historia del brasileño. El inicio de operaciones ha sido aplazado por la lesión en Turín, pero Ricardo está listo para volver al campo, y Allegri ha decidido darle forma a su proyecto.
Si no hay imprevistos durante la semana, Kakà estará en el banquillo para el Milan-Udinese, preparado para dar el salto a escena en el siguiente partido de Champions, nada menos que ante el Barcelona en San Siro. Fichaje acogido con el afecto de los hinchas y con escepticismo de la crítica, Ricky entró, con Montolivo, Bonera, Pazzini y el resto, en el cerco mágico que Allegri considera necesario para formar un espíritu adecuado. Ricky sabe como hacerlo, aunque ya no tenga 20 años, 15 goles por temporada en sus piernas y el esplendor del Balón de Oro alrededor. Pero el Milan está en busca del rescate y el papel de estrella en una compañía en busca de rescate es perfecto para uno que ya sabe lo que es ganarlo todo en el mundo del fútbol.
El problema, cuando la forma vuelva a un buen nivel, será el de cuadrar las cuentas del sistema de juego: Kakà no es mediapunta ni tampoco lo es Montolivo, utilizado en esa posición en los últimos partidos. Pero sigue siendo un hombre de calidad, dicen que ahora al ser más mayor, ve mejor el juego. Acabado el periodo de las grandes fugas en área de penalty rival, Kakà puede reconvertirse en dar pases de gol a los delanteros: “Es un cuarto centrocampista”, repite Allegri. Lo que signifique realmente, eso lo sabe él, y parece que también lo comprende Ricardo. Preparado para ponerse a trabajar en una nueva posición.
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