martes, 5 de noviembre de 2013

Allegri se irá al final de temporada.

A la espera. Tras semanas y semanas pasadas bajo los focos, Max Allegri vive el extraño destino de uno que se encuentra al margen del problema en el momento crucial. Los próximos dos partidos podrían significar mucho para él, pero ya no es el “niño bonito” dentro del Milan. Berlusconi lo confirmó con resignación el pasado verano y viendo los resultados obtenidos hasta aquí, el entrenador no está seguro en absoluto, pero la batalla está ahora en otros frentes y Allegri puede quedarse mirando, sabedor que tolo que suceda le concierne poco. Lo que está claro es que si consigue aguantar hasta mayo, no formará parte del próximo organigrama rossonero.
Por tanto, tiene la mente más o menos libre. Allegri tiene la misión de hacer salir al Milan del Camp Nou con el menor número de daños posible: una goleada del Barça no influiría las posibilidades de clasificación para los octavos de final, pero no ayudaría a los nervios de una dirigencia que ya los tiene a flor de piel. El partido del domingo ante el Chievo es más importante en su destino, pero Allegri no tienen la intención de rendirse en Europa ante una derrota que parece inevitable. Contra el Barcelona intentará diseñar una contención similar al de la ida, apreciado por Berlusconi a pesar de que detesta la defensividad en cualquier forma.
La duda es Robinho: en la ida, el brasileño jugó un partido bastante bueno, pero no estaba Balotelli. Mario será titular ante los catalanes, por tanto Allegri deberá decidir a quien sacrificar entre Kakà y Robinho, o mantener una actitud más prudente. Muchos le presionan para que haga variaciones tácticas que darían más espacio a jugadores que hasta ahora han jugado poco o están fuera de su sitio, pero no está claro que Max siga sus consejos, incluso de aquellos que llegan desde sus amigos. El 4-2-3-1, por ejemplo, es una solución que le permitiría rendir mejor a Montolivo, poder colocar a Kakà y Robinho con un tercer jugador apoyando a Balotelli.
Allegri es alérgico a los cambios que podrían hacer mutar los equilibrios de un equipo enfermo, pero las dudas permanecen. El entrenador sigue los asuntos del club con lógica atención, pero sin hacerse ilusiones. La salida de BB ciertamente lo ayuda, pero el técnico sabe que el asunto deportivo es independiente del resto. Y para él, apuntalado por Galliani en tantas ocasiones, el conflicto entre el a.d. y la hija del Presidente es algo embarazoso. Es por eso que el técnico se concentra en el presente, evitando hacerse preguntas sobre un futuro que ya no le concierne. Quizás esperaba salir del Milan de otra manera, pero es una idea que se ha esfumado tras lo sucedido en estos meses. Resistir es ahora obligado, un método de trabajo para llevar al equipo fuera de la crisis. Navegar por vista no es lo máximo, pero a Allegri no se le concede nada más.
Mientras tanto, ayer recibió el Tapíro de Oro a través del programa Striscia la Notizia. Se lo entregó el enviado e hincha milanista Valerio Staffelli, que el técnico aceptó con ironía. En el caso que no llegar a comerse el panettone… “En realidad ya he comido otros, el responsable de todo soy yo, pero resurgiremos como el año pasado. Me habéis puesto de buen humor y el Tapiro me dará suerte”.

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