sábado, 1 de febrero de 2014

Milan 1-1 Torino.

Milan y Torino nos ofrecieron en la noche del sábado un fantástico encuentro entre dos equipos con necesidades absolutamente contrarias. Los locales, intentando salir de una crisis deportiva e institucional profunda, buscaron encontrar su juego como llevan haciéndolo desde la llegada del nuevo técnico, mientras que los del Piemonte viajaron a la capital de la Lombardía con mucha tranquilidad por su situación en la tabla e intentaron hacer saltar la sorpresa en un estadio propicio esta temporada.

Como nos tiene acostumbrados el equipo de Seedorf, la intensidad y el buen fútbol van a rachas. En el primer tiempo, estas rachas de juego llegaron en los minutos iniciales y finales y, dejando los 35 minutos restantes a la aleatoriedad de acciones, sin ideas claras y un juego definido. Pazzini pudo anotar el primero a los dos minutos, pero Padelli intervino de forma magistral para evitar que el Milan inaugurase el marcador. También pudo marcar Kaká en el 42, con un tiro cruzado desde la frontal que también sacó el guardameta del Torino.

Antes, sin embargo, el equipo visitante ya se había adelantado e incluso había podido anotar el segundo. Ciro Immobile, aprovechando su velocidad, potencia física y calidad técnica sentó a Bonera y anotó el gol turinés en el minuto 18, con una preciosa definición al palo largo. Incluso en un contraataque rapidísimo, tras un rechazo a disparo de Montolivo, Cerci la puso con el exterior al segundo palo para que Farnerud la empujara, pero el sueco cabeceó fuera en el área pequeña, cuando se encontraba absolutamente solo y con Abbiati ya vendido.

Esa intensidad que invade al equipo durante los primeros minutos hizo acto de presencia también en el segundo tiempo, aunque esta vez sí tuvo su premio. Una conducción de Rami, apoyado por una pared con Muntari, acabó con un fuerte disparo del francés desde la frontal, convirtiéndose en el empate rossonero y en el primer gol del central con su nueva camiseta. El Milan apretaba y el Torino reculaba. Además de esa garra y esas ganas, el conjunto local generó unos 20 minutos con una claridad de ideas por primera vez aparente y demostrable, de los que Kaká, Honda y Robinho fueron los principales responsables.

Luego los milanistas bajaron la intensidad, aunque no dejaron de tener el balón y buscar la portería contraria. Además, en defensa, Rami tuvo bien controlado a Immobile, no dándole ni un centímetro para poder moverse con facilidad, hecho que agradeció la grada, especialmente satisfecha con el rendimiento del nuevo central. Pese al esfuerzo del segundo tiempo, el Milan no pudo acabar remontando el partido y el punto para ambos acabó valiendo y dejando a todos con buen sabor de boca, sobre todo por la mejora en la imagen ofrecida por el conjunto dirigido por Seedorf.

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