La herida no se ha cerrado. Es más, crece cada día más. La victoria en Glasgow no ha bastado para hacer cambiar de idea a Adriano Galliani. Lo celebró con sus chicos, pero ahora se siente prisionero del Milan. Ya no es capaz de aguantar la presión de estar separado en su casa. Así ayer se lo dijo bien claro a Bruno Ermolli que no aguantará más allá de la próxima semana. Le ha dado los clásicos ocho días al club. O se acelera el traspaso de poderes a Barbara Berlusconi o se alcanza un acuerdo por el despido o dimite tras 27 años y 10 meses guiando a los rossoneri.
Es un puño en la cara a los titubeantes momentos que desde el 3 de noviembre en adelante han acompañado esas declaraciones en Ansa donde la primogénita de Silvio demolió su gestión. Un clamoroso alto de desconfianza que nunca ha tenido sustanciones correcciones por parte de la familia Berlusconi. Ni ha producido resultados significativos el cara a cara en Arcore del pasado 9 de noviembre. Ese día, Silvio Berlusconi le confirmó en privado, con la esperanza que con el tiempo rebajara las tensiones y permitiera a todos el llegar hasta un punto de encuentro por el bien de la causa común hasta que acabara la temporada.
Esa tarde, con la presencia de Fedele Confalonieri, Galliani pidió en vano ser liberado en poco tiempo. En cambio, el propietario del Milan le propuso un nuevo encargo: ser el a.d. de la nueva Forza Italia. Pero un escenario a decir verdad, nunca le ha entusiasmado. Así se explica el contemporáneo inicio de diálogo con Bruno Ermolli, uno de los altos cargos de la lombardia, consejero delegado de Mondadori y tantos otros, siendo el encargado de llegar a un acuerdo en términos económicos para realizar la separación. Sobre la mesa hay una liquidación de 50 millones de euros brutos. Una enorme cifra de un cargo de una larga actividad a 360 grados.
Basta con pensar que en esas 28 temporadas, el mánager brianzolo se ha hecho cargo de los principales puestos del club: vicepresidente vicario, administrador delegado y supervisor del sector comercial. A eso hay que sumarle sus anteriores puestos en la galaxia Fininvest, empezando por su responsabilidad como a.d. en Mediaset antes de la llegada de PierSilvio. Y los acuerdos contractuales de la época explican bien como se puede llegar a una cantidad tan tremenda. Eso a pesar de los contactos que han llevado a una hipótesis bien lejana de esa cifra. La propuesta inicial de 10 millones ni siquiera ha sido profundizada.
Pero tampoco está tomando cuerpo la solución intermedia de 30 millones de euros brutos. Mientras tanto, Galliani sufre la exposición mediática de su rival, cada vez más protagonista: vean la visita al equipo antes del viaje a Escocia. Así los últimos días han hecho crecer su frustración. Silvio Berlusconi el pasado lunes habló de su intervención directa, algo que había encorajinado a Adriano, si bien en estos días, el Presidente honorario ha sido absorbido por otros asuntos. Es más que comprensible su contingente ausencia. Galliani lo sabe bien y no le echa culpas de nada, pero se siente abandonado por su destino.
Aparte que no podemos olvidar una amistad fraternal desde hace ya 34 años. Galliani ayer estuvo toda la jornada trabajando en la nueva sede de Aldo Rossi, pero en sus pensamientos siempre circulan sobre las frases de mala gestión técnica. A sus colaboradores sigue repitiendo: “Como por ejemplo mi Milan pongo por ejemplo los casos de la Roma y Fiorentina: dos clubes que en los últimos 5 años solo han visto la Champions en una sola ocasión, mientras que nosotros hemos estado siempre”. Ese run run que lleva dentro es algo diario que considera frustrante. Barbara está cada vez más presente en la sede con Antonio Marchesi y Elisabetta Ubertini en la primera línea organizativa del club.
Se siente despojado de poderes y no puede más. Aunque el asunto económico él también tendría que ceder, ha decidido rendirse. Con un nudo en la garganta y la amargura de quien se siente extraño en una casa que siempre ha sentido como suya.
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