Hay unos cuantos con las maletas en la mano en la casa Milan. Y cada día regala un proyecto. La última señal sobre Clarence Seedorf y un posible interés del Galatasaray, ahora en su tramo final con Roberto Mancini, a pesar de un contrato de dos años a 3,5 millones netos por temporada. La perspectiva obviamente serenaría y no poco al Milan, evidentemente avergonzado ante las perspectivas de tener que separarse del recién técnico holandés que cuenta con dos años más a 2,5 millones al año. En Via Aldo Rossi sobre el argumento hay un catenaccio a lo… Rocco.
La consigna es aplazar cualquier decisión hasta el final del campeonato, cuando será indispensable un cara a cara con el holandés y conseguir unas conclusiones sobre esta parte de la temporada. Pero algo se está moviendo. La decisión obviamente le toca a Silvio Berlusconi, con el parecer de Adriano Galliani. Y los dos están reflexionando sobre las incógnitas unidas a la decisión de elegir a otro debutante. Ambos estiman mucho a Pippo Inzaghi. Ya en la fatídica noche de Reggio Emilia, SuperPippo tuvo una media investidura, después cancelada por el nocturno ascenso del holandés.
El goleador tan amado está realizando una importante experiencia con el Primavera, hace poco que ganó el Viareggio y gusta a muchos. En febrero el Sassuolo estaba listo para darle el banquillo de Di Francesco, pero el no de Galliani le indujeron a quedarse como rossonero. Es fácil preveer, ahora que el club emiliano, de propiedad de Squinzi, vuelva a intentarlo si el cónclave rossonero no lo incoronase. Lo que está claro es que su transcurso con los jóvenes acabará en junio. Y con la concreta posibilidad de dar el gran salto. Sí, porque en este momento es precisamente él quien está como candidato principal.
En estos días está tomando cuerpo la opción de Roberto Donadoni, gran milanista en los tiempos de oro y ahora un entrenador más que situado. Su actual temporada con el Parma es la prueba de como es capaz de darle una identidad incluso en complicadas circunstancias. El Parma este año ha jugado a un gran nivel, a pesar de unas rotaciones condicionadas por las exigentes presiones del mercado. Y esto es una consideración muy a tener en cuenta por el club de Berlusconi, destinado a superar la competencia sin el apoyo de particulares inversiones y con una plantilla llena de jugadores en busca de un esmalte perdido por el camino.
Y luego, Roberto Donadoni conoce a la maravilla el ambiente. Hace algunos años que no se pasa por Milanello, pero conoce perfecatamente las formas y usos del mundo berlusconiano. Pero está claro que Inzaghi tiene una imagen más fresca y eso pesa bastante en la reflexión. Así el resto de candidaturas les cuesta tomar cuota. Tomemos el caso de Vincenzo Montella, unido a la Fiorentina hasta 2017 y acorazado por una clausula de 7 millones de euros. En condiciones normales él sería el candidato ideal, pero el Milan no se lo puede permitir. Tanto por los costes representandos por una operación similar, pero también por asuntos políticos, viendo que Galliani no tiene intención alguna de abrir una fractura con la familia Della Valle.
Al final del todo está Luciano Spalletti, libre tras el despido del Zenit de San Petersburgo. Pero también en este caso los obstáculos son relevantes y no solo por las exigencias económicas del técnico de Certaldo que ahora percibe 4 millones netos, pero también por sus presumibles expectativas de naturaleza técnica. En este tourbillon está también la página turca. Roberto Mancini, unido por otras dos temporadas, echa el freno. Ayer pidió el fichaje del defensor Balanta de River Plate para reforzar la defensa tras las renuncias invernales de Ranocchia y Astori. Nace así el rumor de Seedorf, en liza a la vez que Gerets.
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